¿Aplazas o postergas? Hablemos de la procrastinación

📅 30 de enero, 2020

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La procrastinación consiste en la tendencia generalizada a aplazar el inicio y/o finalización de tareas planificadas para ser realizadas en un tiempo determinado. Tal tendencia a la postergación suele acompañarse de malestar subjetivo y no sólo es una cuestión de baja responsabilidad y gestión del tiempo, sino que supone un verdadero problema de auto-regulación a nivel cognitivo, afectivo y conductual.¹

Este fenómeno no es reciente en el actuar del ser humano; siendo que se registra desde hace muchos años atrás. Es interesante poder percibir que es una de las debilidades que el ser humano las practica con mayor ímpetu y la vez la menos entendida.

Vivimos en una época donde el pasar de los días, las horas y los minutos cada vez son más presurosos, asimismo, los enfoques de la globalización y del posmodernismo cada vez más y más van tomando auge siendo así que el tiempo equivale a dinero y mientras unos luchan por sus objetivos, otros tratan de evitar una situación o responsabilidad, en lugar de hacer un esfuerzo activo para afrontarla, que ha sido llamado procrastinación, fenómeno con consecuencias negativas y muy típico en las sociedades industrializadas; tanto, que se le considera un mal moderno.²

Quien pospone o procrastina una decisión lo que está presentando, en el fondo, es una conducta evasiva.

Muchas de las tareas y objetivos que los individuos aceptan son hechas voluntariamente, quiere decir, bajo su autocontrol o auto-regulación. O sea que necesitan del ejercicio individual de su propio comportamiento. Ej: estudiar, hacer dietas, limpiar la casa, hacer ejercicio regularmente, etc. Muchas de estas tareas son importantes para nuestra performance, especialmente en el colegio o trabajo. Por suerte poseemos un cierto grado de control sobre nuestros pensamientos, acciones y sentimientos y conocemos las consecuencias que producen actos derivados de éstos en nuestras vidas. Sin embargo, la gente es en general escéptica de su habilidad para ejercer control sobre su comportamiento y tienden a sabotear sus propios esfuerzos para tratar con estas situaciones que penalizan y comprometen sus capacidades.³

En general, las personas que "dejan para mañana lo que pueden hacer hoy" son vistas como personas perezosas, vagas o irresponsables, así valoradas incluso por otras personas con la misma tendencia. La falta de diligencia a la hora de realizar tareas planeadas en un tiempo estimado se asocia con cierto malestar subjetivo, y si tal tendencia se da en diferentes áreas vitales, entonces se trata de una persona que procrastina.¹

Las personas, además, somos expertos en el autoengaño. Hemos vivido mil veces que el día de mañana no es mejor que el de hoy para hacer las cosas, pero cuando lo imaginamos, nos creemos de nuevo que mañana sí, mañana nos ponemos seguro.

Nuestra mente siempre intenta conservar energía. Cuando tenemos por delante esa tarea que dejamos para mañana es porque nos resulta ingrata o pesada. Puede que no nos guste, puede que sea una tarea demasiado grande o puede que, simplemente, tengamos un miedo oculto e inconsciente que hace que nos repela. Este es el motivo real casi siempre, pero difícilmente lo reconocemos.⁴

En la sociedad occidental las personas habitualmente se plantean metas a corto, medio y largo plazo relacionadas con uno mismo/a, la educación, el trabajo, la salud, etc. lo cual implica trazar un plan para conseguirlas, ya sea un plan explícito o implícito, y una estimación del tiempo necesario para realizarlo. Si las actividades que se planean realizar se llevan a cabo en tiempo, muy probablemente las consecuencias positivas de tales actividades sean evidentes. Por el contrario, si las conductas planeadas y orientadas a futuro no se realizan en el tiempo estimado, la probabilidad de que aparezcan consecuencias negativas se incrementa.¹

Llegar a donde nos proponemos no es cuestión de genio, es cuestión de tener la capacidad de hacer lo que hay que hacer cada día, nos guste o no. Y la procrastinación es el enemigo que se interpone intentando impedirlo.

Tener una Visión Global. Saber por qué estamos en este mundo, cuales son nuestros objetivos más altos, nuestros proyectos personales y laborales a mediano plazo y las actividades de corto plazo que se desprenden de éstas de más alto nivel. Todo esto es un requerimiento básico para que cuando nos levantamos por la mañana sepamos que debemos seguir avanzando hacia nuestro objetivo. Todo esto da sentido a nuestras vidas. Es éste sentido vital para que podamos vencer nuestros “miedos” y que podamos neutralizar a nuestro “niño terrible” porque simplemente existen objetivos “superiores” que deben ser cumplidos. Cuando nos faltan estos objetivos es fácil caer en las redes de la procrastinación.³

Recordar que la procrastinación no se trata de QUE hacemos, sino qué pensamos y sentimos cuando debemos hacerlo. Si enfrentamos nuestros sentimientos negativos tendremos una posibilidad de evitar la procrastinación.

Como lo mencionamos previamente son estos objetivos “superiores” que nos van a permitir hacer frente a nuestras debilidades y cortar el circulo vicioso de la procrastinación. El conocimiento claro de éstos nos permite tener una “visión global” y poder asociar las actividades diarias al logro de dichos objetivos. Significa, a nivel práctico, contar con un potente factor de motivación que es capaz de desbloquear nuestra parálisis.³

Entonces, ¿Estás listo para dejar la procrastinación en el pasado?

¹ Díaz Morales, J. F. (2019). Procrastinación: Una Revisión de su Medida y sus Correlatos. Revista Iberoamericana de Diagnóstico y Evaluación., II(51), 43-60..

² Carranza, R., & Ramírez, A. (Julio-Noviembre de 2013). Procrastinación y características demográficas asociados en estudiantes universitarios. Apuntes Universitarios. Revista de Investigación., III(2), 95-108.

³ MindMatic. (s.f.). MindMatic Discover Yourself. Recuperado el 27 de Enero de 2020.

Recursos para Pymes. (s.f.). Recursos para Pymes. Recuperado el 27 de Enero de 2020.