Emociones en navidad

📅 13 de diciembre, 2019

⏱️5 minutos de lectura

La Navidad es una época que, tradicionalmente y en casi todas las culturas, ha permitido los mejores momentos del año para reunir familias y amigos. Ideal para compartir ilusiones y enviar mensajes de felicitación y cariño a las personas que queremos pero que se encuentran a gran distancia, para pensar en reencuentros y en regalos tanto para niños como para adultos… Es una época en la que las distancias se perciben como algo ideal para establecer contactos, regresar a casa, compartir mediante reuniones familiares alegría, comidas e ilusiones para el próximo año, además de recuerdos personales de nuestros seres más queridos que por un motivo u otro ya no se encuentran entre nosotros.¹

Aunque en un primer momento, todos asociamos la Navidad a emociones positivas, también conlleva emociones negativas. La Navidad es una época de grandes emociones porque las vivencias son más intensas.²

El invierno y la Navidad están asociados a ideas de paz, unión familiar, regalos, fiestas y alegría, cuando esta época no es vivida de esta manera, se pueden generar sentimientos de fracaso e infelicidad. Incluso asociamos la Navidad con una época de bonanza económica, donde se compran regalos, se hacen cenas ostentosas, se compra excesivamente, planteando un modelo de éxito que no necesariamente es real o que llevará a la felicidad.

Como seres humanos el sentir una gama de emociones es lo que nos permite interactuar entre nosotros. El sentir tristeza o irritabilidad no son signos de que algo va mal con nosotros; las emociones, incluso aquellas que no son placenteras, son necesarias para enriquecer nuestra vida.

Las emociones son algo natural que aflora en las personas, tanto las positivas como las negativas. Es normal experimentar emociones y todas ellas cumplen su función. Pero en la época navideña ocurre un curioso proceso que afecta a los adultos y también a los niños.²

El estrés que provoca tener que cumplir con toda la familia, acertar con los regalos, la tristeza por la ausencia de seres queridos, tener que sentarse a comer con familiares con los que no mantenemos una buena relación, los autobalances que hacemos al final del año y que, en ocasiones, nos recuerdan que no hemos conseguido lo que pretendíamos y, este año, en particular la crisis económica, la pérdida de sueldo, el paro o los escasos ingresos pueden suponer una pérdida de ánimo de cara a la Navidad.³

Los problemas personales, las dificultades económicas, la pérdida de alguien querido y otro tipo de situaciones desagradables pueden estar presentes en cualquier época del año, pero es en Navidad cuando nos condicionan de un modo superior, pudiendo llegar a provocarnos problemas emocionales serios. Esto es debido a las “expectativas irreales sobre lo que debemos hacer y cómo debemos sentirnos en estas fechas”.³

Nuestras emociones dependen, en gran medida, de nosotros y todo lo que depende de nosotros lo podemos controlar y cambiar. Las emociones las generamos nosotros, emanan de nuestros pensamientos y de las interpretaciones que hacemos de todo aquello que nos rodea. La Navidad puede ayudarnos a tomar conciencia de asuntos que tenemos sin resolver y que merece la pena resolverlos. Entendamos lo que está ocurriendo y así podremos saber si no necesitamos cambiar nada porque todo está bien o si, por el contrario, es momento de actuar e iniciar un cambio.¹

Son muchas las emociones que podemos compartir y generar, por ello es un buen momento para plantearnos un cambio de ritmo y de rumbo en nuestras vidas. Es el mejor momento para intentar hacer algo diferente a lo que hemos venido haciendo. Es el momento de plantearnos que nuestra arquitectura cerebral puede modificarse por otra que incluya optimismo, esperanza e ilusión de forma que nos proporcione la motivación suficiente como para intentar conseguir unos objetivos saludables y beneficiosos para nuestra salud física y mental.

Es el momento ideal para prestar atención a todo aquello que nos permita acercarnos hacia metas más favorables. Es una ocasión perfecta para detener, desechar o controlar todas aquellas emociones que manifiesten ira, desesperanza, aburrimiento, ansiedad, enfados, resentimientos, rencores, tristezas, angustias, frustraciones… que sólo generan energía negativa y mucho malestar físico y emocional.

Los motivos para estar alegres no tienen que ser grandes, sino que se puede disfrutar de los más pequeños detalles. Todos, si pensamos, tenemos motivos para estar alegres. Sabiendo esto, “si no se encuentran es porque no han sido lo suficientemente pensados, ¿quién puede pensar que haya alguien que no tenga algún motivo para disfrutar durante un tiempo? ¿En verdad tenemos que tener un gran árbol, una gran mesa y un gran todo para ser felices? En lugar de tener la tradición de la obligación podemos crear la tradición de disfrutar nuestras propias formas de celebrar un bonito momento sin dejarse llevar por la inercia y hacer cada año lo mismo. Innovar y hacer lo que realmente le apetezca a uno, adaptándose a sus necesidades particulares, es la mejor medicina para combatir la depresión, la melancolía y el malestar”.³

El mejor recurso biológico de nuestro organismo es nuestro propio cerebro. Es nuestro mayor tesoro y, si aprendemos a manejarlo a través del pensamiento, nunca nos fallará. Habremos conseguido usar y poner nuestras capacidades y potenciales a nuestro servicio. No hay mejor medicina que poner nuestro cerebro a trabajar con optimismo. Si invertimos tiempo en programar inteligentemente el mayor tesoro del que disponemos y que es, sin lugar a dudas, ¡la fuerza de nuestro cerebro!, no tenemos ni idea de cuánto podremos conseguir. Debemos creer en nosotros mismos, cada movimiento que realizamos en el volante de un coche cambia la trayectoria del vehículo, lo mismo ocurre con nuestro cerebro. Si a través del pensamiento movilizamos y activamos nuestro cerebro de forma positiva también nosotros podremos cambiar el rumbo de nuestras vidas y habrá merecido la pena el esfuerzo.

Aprovechemos la Navidad para introducir un menú que utilice ingredientes basados en emociones positivas. Disfrutemos del afecto, de la alegría que manifiestan los niños, de la satisfacción que encontramos en las calles, de la música, de las luces de las ciudades… Todo se llena de motivos Navideños en los que no hay lugar para la tristeza, los abrazos y los besos se multiplican, las felicitaciones se extienden a nuestro alrededor, la autoestima crece por la huella positiva que se produce en estas fechas, toda la familia se esfuerza por mantenerse unida, ni el trabajo ni las prisas lo impiden, todo se amplifica en esta época… ¡Quedémonos con lo mejor de lo mejor y disfrutemos de ello! ¡Utilicemos el presente para modificar el futuro!¹

¹Bastida de Miguel, A. M. (26 de Febrero de 2018). Psicología-Online.

²Hacer Familia. (2017). Hacer Familia.

³Terrón, A. (Diciembre de 2012). Psicología Amaya Terrón.