📅 23 de agosto, 2019
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Muchos piensan que el amor podría superarlo todo. Tan sólo hay que amar lo suficiente para que todo se arregle. La experiencia, sin embargo, demuestra todo lo contrario.
Muchos padres tienen que ver que sus hijos, a pesar de su amor, no se desarrollan de la manera que ellos lo desearían. Tienen que ver que sus hijos caen en la enfermedad o en la adicción, o que se suicidan, a pesar de haberles dado todo su amor. Por tanto, aparte del temor, aún se necesita algo más para que este amor se logre: se requiere el conocimiento y el reconocimiento de un orden del amor que actúa en las profundidades del alma.
Bert Hellinger halló en su trabajo de análisis de guiones de vida, que las personas repetían patrones que ya habían sucedido previamente en sus familias. Y describió tres fenómenos:
Se dice que para que el amor- la vida, fluyan de modo adecuado entre las personas, hay unos órdenes naturales y que, si hay alguna alteración en esos órdenes o algún desajuste, se producirán desequilibrios en esas relaciones. Y en el enfoque sistémico todo es relación. La relación con uno mismo, la relación con la familia, la relación con el trabajo, la relación con el mundo…con todo.
Cuando Hellinger habla de "familia", se refiere a más que aquello que nosotros solemos definir como tal. Para subrayar este concepto más extenso, Hellinger utiliza la expresión de "red familiar". Una red familiar es más que la familia; a ella pertenecen: los hijos y sus hermanos, los padres y sus hermanos, los abuelos de ambas partes, a veces, alguno de los bisabuelos, y todos aquéllos que hicieron sitio para otros en el sistema.
"El ser se califica por el tiempo." Eso significa que existe un orden jerárquico en la familia que se define por el tiempo: primero van los padres, después, la fila de los hijos; el primogénito ocupa un lugar anterior a los demás hermanos, y un segundogénito siempre será un segundogénito, aunque su hermano mayor haya muerto.
Los padres, al dar la vida, con este acto que es el más profundo que el ser humano puede realizar, le dan al hijo todo lo que tienen. No pueden ni añadir ni restar nada. Es esta consumación del amor, el padre y la madre lo dan todo. Por tanto, el orden del amor comprende que el hijo tome la vida tal como los padres se la den. El hijo no puede omitir ni querer eliminar nada, ni tampoco puede añadir nada. El hijo es sus padres. Por tanto, en primer lugar, el orden del amor para un hijo comprende que éste asienta a sus padres, tal como son, sin ningún otro deseo, ni ningún temor, ya que sólo así cada uno recibe la vida: a través de sus padres, tal como son.
En el fondo, la compensación entre dar y tomar en la familia consiste en pasar lo recibido a otros. Cuando el hijo dice: “Lo tomo todo y, cuando sea mayor, lo pasaré a otros”, los padres se sienten felices. Así pues, el hijo al dar no mira hacia atrás sino hacia delante. Al fin y al cabo, los padres hicieron lo mismo: tomaron de sus padres para pasarlo a sus propios hijos. Precisamente por haber tomado tanto, sienten la presión de pasar mucho a otros, y pueden hacerlo.
Como se mencionó anteriormente Hellinger cuenta con tres leyes, ordenes o normas, que son: pertenencia, jerarquía y equilibrio:
La relación entre padres e hijos no es entre iguales y por ello es la única relación en la cual los padres dan y los hijos toman. Éstos no pueden devolverles la vida, que es lo más grande que han recibido de sus progenitores y por ello será en sus propios hijos o en su servicio a la vida, a la comunidad, etc., como podrán estar en equilibrio, transmitiendo aquello que recibieron.
Como nos indica Hellinger y cómo podemos experimentar a nivel fenomenológico sin un orden, es decir sin un canal por el que pueda fluir adecuadamente el amor, se interrumpe y se generan desórdenes en las personas y en las familias. El orden del amor actúa en las profundidades del alma. Conocerlo y reconocerlo ayuda y da fuerza.
Tener claros los Órdenes del Amor, y vivir de acuerdo a ellos, te facilita la vida, te coloca en tu lugar y permite que tus seres amados se coloquen en el suyo. Así el río de la vida, fluye entre piedras, cascadas, remolinos y cauces lentos para llevar nuestros frutos hacia el siguiente río o hacia algo más grande como el mar. Vivir con los Órdenes del Amor, es vivir con unos valores muy determinados: Apertura, honestidad, asentimiento, autenticidad, humor y amor.
¿Y tú, consideras que en tu red familiar lleva estos órdenes del amor? O ¿Crees que deberían trabajar en ello?