📅 02 de enero, 2020
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Estamos a principio de un nuevo año y en todo el mundo, aún en los países de costumbres o religiones distintas (el año nuevo chino comienza entre el 21 de diciembre y el 21 de enero, el año nuevo judío inicia en septiembre), el 31 de diciembre y el 1 de enero son motivo de celebración, y todos, grandes y chicos, hombres y mujeres, hacen "propósitos" para cumplir en los meses siguientes.
El año nuevo no ha sido siempre en enero. Tradicionalmente, el calendario romano comenzaba el primer día del año de marzo, pero como en el mes de enero —el undécimo mes— los cónsules de la Antigua Roma asumían el gobierno, Julio César, en el año 47 a. C., modificó el sistema y creó el calendario juliano que fue modificado paulatinamente en tiempos del cónsul Marco Antonio en el 44 a. C., luego por el emperador Augusto César en el 8 a. C., y finalmente por el papa Gregorio XIII en 1582, que es el que se utiliza hasta hoy.¹
¿Qué significa el año nuevo?, que se abre un nuevo capítulo en nuestra vida, y aunque el primero de enero es igual a cualquier otro día del calendario y tiene 24 horas, un año nuevo, como una página en blanco, puede ser motivo de reflexión acerca de lo pasado, y oportunidad para formular propósitos respecto al porvenir.
Pero, ¿Qué es un propósito? Propósito es la determinación de hacer algo o el objetivo que se piensa alcanzar durante el año que empieza, por ejemplo: en el caso de una persona “me he hecho el propósito de dejar de fumar”, o “el propósito de “conseguir la licenciatura en solo tres años”, o en el caso de una escuela de idiomas “el propósito de alcanzar el objetivo de “impulsar el conocimiento de la lengua griega, escoger los autores griegos que deben ser impresos.”
Los seres humanos vivimos desde tiempos muy antiguos junto a las profecías, las estimaciones, los programas, etc. intentando anticipar en el tiempo la ejecución de proyectos fabulosos o de meros actos individuales importantes para satisfacer necesidades reales, alcanzables o soñadas, siendo los “Propósitos de año nuevo” uno de esos elementos caracterizados por la sencillez en su preparación y por su gran popularidad. Son la anticipación de escenarios nuevos de vida personal deseados por las personas principalmente jóvenes, pero que no son cumplidos.²
Se atribuye a los romanos el hecho de hacer propósitos al inicio de un ciclo. Cuando iniciaba un año, los romanos veneraban al dios Jano, que es la deidad de los comienzos y los finales, puertas y umbrales. Era representado con una figura que miraba hacia atrás, al pasado y al frente, el futuro. Esto los llevaba a reflexionar sobre lo que habían hecho y los errores que habían cometido y lo nuevo por hacer, con el aprendizaje adquirido. […] Y con el paso del tiempo, muchas de estas costumbres se fueron diluyendo, pero su esencia permanece en las que ahora tenemos.³
Por esta razón hacemos propósitos al inicio de cada año, pero también de cada ciclo que iniciamos en nuestra: los escolares, los emocionales, los laborales. Tenemos expectativas ante lo nuevo y es parte de la naturaleza humana tenerlas. Lo importante es ser realistas y establecer propósitos que sí sean alcanzables. A medida que se acerca el final de cada año, muchas personas hacen un repaso a lo que han conseguido, averiguan si se sienten satisfechas o no al respecto, y articulan una serie de buenos propósitos personales para el siguiente año. ¿Cuáles de esos propósitos se cumplirán en este año?, eso depende de dos factores: la factibilidad y la decisión.
La factibilidad es consecuencia de las leyes de probabilidad: si mi propósito es sacarme la lotería, la probabilidad es de 1:20 millones; si es de encontrar a un amigo que no veo desde hace años, puede ser de 1:100, en tanto las posibilidades de que triunfe en mis estudios o en mi trabajo profesional son 1:2, porque solamente se necesitan dos cosas: 1) un proyecto coherente y 2) realizarlo. Y la decisión es muy sencilla, se requiere un acto de voluntad, nada más, y no es admisible el pretexto "yo no tengo fuerza de voluntad", todos tenemos fuerza y energía para hacer lo que en verdad nos interesa.¹
Hay que tener en cuenta que lo importante no es establecer propósitos, sino asegurarse de poder cumplirlos. Por ello, lo mejor es hacer un plan que te ayude a lograrlo paso a paso, comenzando con acciones simples que sean fáciles de cumplir. Uno de los errores más comunes es establecer metas muy difíciles de cumplir. Por ese motivo, hacerlo sencillo y, en lugar de escribir “Bajar 5 kilos” escribir: “Comer todos los días un desayuno saludable”. No solamente será más fácil, sino que se avanza en el rumbo correcto para lograr la meta.²
Elige acciones que sean sencillas de lograr y también que las puedas medir. “Ser más sociable” no es una meta medible, en su lugar escribir una acción concreta, como “Ir todas las semanas a una reunión y hacer un nuevo amigo”.
Elegir los propósitos, comenzar sin falta el día de Año Nuevo y revisar todos los días tus progresos para mantenerse motivado. Recordar también todos los días, al ir a dormir, felicitarse por haber cumplido el propósito y sentirse bien contigo mismo para mantenerse enfocado en la buena senda.²
Tener objetivos en la vida es lo que le da buena parte del sentido a nuestra existencia y no tanto en el sentido aspiracional sino en un saber qué hacer. Tampoco es en un sentido consumista, se trata de procurar el bienestar físico y mental que nos hará estar más contentos con nuestra vida diaria.³
Más allá de doce uvas, doce campanadas y doce deseos, se trata de pensar en cómo quieres empezar tu nuevo ciclo y que quieres hacer en el nuevo año. Bien dicen que la rutina es mala consejera, pero más que un mal consejo, es algo que no permite que tu creatividad y tus pasiones fluyan.
Feliz año nuevo lectores, ojalá todos sus propósitos se hagan realidad.